La sostenibilidad, lo natural, lo ecológico, lo artesano y el arraigo a la tradición pretenden ser las marcas de identidad de nuestros quesos.
En casa siempre ha existido la tradición de conservar los quesos fabricados en el pueblo para todo el año. Pero ya no están quienes lo hacían, nuestros abuelos, padres, tíos…
La suerte de contar con un enclave único, la cueva. El microclima que dentro de ella se genera permite madurar quesos de forma natural.
Ambas premisas nos han empujado a emprender este proyecto: QUESOS REBORTO, madurados en cueva en Extremadura.
La tradición nos inspira… “Reborto”, el apodo familiar.
Los abuelos, Nemesio y Emilia, fueron pastores. Sus manos elaboraron muchos quesos en la majá y los maduraron en las tablas.
El recuerdo… del sabor de la leche recién ordeñada cocida, del suero, del nazurón, las tortillas de recortaduras de cortezas de queso fresco y del queso maduro de oveja merina y cabra.
El queso no se hacía durante todo el año. Se elaboraba en la época cuando en el campo había hierba y dejaba de hacer frío, que generalmente coincide con la primavera. Después de un tiempo de maduración en la majá, se vendían y, los que no, se conservaban en las casas en tinajas de barro (no había frigoríficos), bien, cubiertos de una fina capa de parafina, bien, sometidos a una constante limpieza de su corteza y untados muy frecuentemente con aceite de oliva aplicada con una muñequilla o manteca de cerdo de la matanza, si no, los más maduros se sumergían en aceite de oliva, cuando lo había.
Esta tradición no la hemos querido perder y básicamente reproducimos el procedimiento con nuestros quesos de forma totalmente artesanal.